martes, 16 de septiembre de 2014

COSAS QUE PASAN

Cuento de Umagah. (España) Nuevo colaborador de PARA LEERNOS MEJOR.

Supongo que nada hubiese sido lo mismo si no hubieses sido tan amable, si no hubieses elegido trabajar de noche para ganar más dinero y te hubiesen asignado a mi planta, en ese hospital. Nada, pero nada, si no se hubiera salido la rueda del coche medio averiado que me tuve que comprar, a causa de que me echaran del trabajo de camarero antes de lo previsto por explicarle a mi jefe lo que opinaba sobre él. Trabajo que no tendría que haber cogido si no hubiese decidido dejar los estudios, a causa del odio mutuo que compartíamos mi profesor y yo.
Dejé de pensar en el pasado y me alejé de su lápida. Al salir del cementerio comenzó a llover y decidí coger un taxi. Todavía no me apetecía volver a casa, así que paré el coche y me desmonté para dar un paseo. Me acordé en ese momento de que todavía llovía a cántaros, y entré rápidamente en un bar cercano, cuyo nombre era Algo. No es que no me acuerde, se llamaba de veras así.
Una vez dentro pedí una cerveza para que el dueño del establecimiento dejara de mirarme desde la barra, casi gritándome “me da igual que haga sol, llueva o nieve, aquí se entra para consumir, o no se entra” con su ojos cercados de arrugas.
Al sentarme en la barra, intenté establecer una conversación para pasar el rato.
– Buenos días -le dije a la joven que se encontraba a mi lado.
– ¿Buenos? -respondió- Con la que está cayendo ahí fuera tiene que vigilar un poco con qué saludo intenta iniciar una conversación.
Me pareció una buena respuesta, me suele gustar que alguien se cuestione las frases que de usarlas con tanta frecuencia ya no pensamos en su verdadero significado. Suelo fijarme en estas pequeñas frases habituales que desentonan si se piensa en lo que significan y no en el significado que se les da normalmente.
Supongo que me pilló para que por fin entendiera que yo también cometo esos errores.
La chica decidió romper el silencio que habían creado sus palabras, ya que estas me habían hundido en un mar de pensamientos que me alejaron del bar, de la lluvia y de la chica.
– Bueno… ¿Y qué haces aquí?
– Pedir una cerveza -respondí despertando súbitamente.
– No era eso, me refiero a cómo has llegado hasta aquí.
Pensé en las cavilaciones que había tenido hace media hora, antes de que empezara a llover. De cómo el haber dejado el colegio me había llevado a pasar la tarde en un cementerio.
– Pura casualidad -respondí.

Umagah
umagah.wordpress.com/

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